Perderse no es el fin del mundo

¿Qué hacer cuando te pierdes en una ciudad que no conoces?

 

 

A todos nos puede pasar. El nombre de una estación de tren mal leída; un único momento de falta de atención cuando suena el nombre de nuestra parada; un asombro pasajero que nos aleja del sendero indicado; hay muchísimas razones por las que podemos perder nuestro rumbo original. No hay nada inherentemente malo en esto, si bien puede resultar inconveniente en la mayoría de los casos. De hecho, hay viajeros veteranos que no dudarán del gran valor que puede tener, en un viaje, la experiencia de divagar, andar a la deriva por un tiempo prudente.

 

Sin embargo, a pesar de todos sus posibles beneficios, estar perdido en una ciudad desconocida, en un país desconocido, es un estado que conviene solucionar lo más rápido posible. A continuación, te presentamos una serie de consejos y opciones a tomar en cuenta, esperando que, con ellos, puedas disfrutar todos los beneficios de la experiencia, mientras reduces lo más posible, la posibilidad de que las cosas se pongan agrias.

 

La cordialidad rompe barreras Mon

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Miras a lado y lado, y no reconoces lo que te rodea. Tal vez haya alguna señalización, pero, aunque pudieras entender lo que dice, eso es distinto de saber cómo usar esa información de manera apropiada. Al fin y al cabo, no eres nativo del lugar.

 

Sin embargo, aquella gente que te rodea lo es, y ellos pueden ser las personas indicadas para ayudarte. En estos casos, la cordialidad es un lenguaje que puede trascender fronteras: es vital que conozcas a fondo la cultura del país, ¿es posible aproximarse a un extraño o es mejor buscar una figura de autoridad? ¿se debe usar un lenguaje especial para hablarle a los mayores? Esto, y un conocimiento claro sobre las frases más comunes (“por favor”; “gracias”; preguntas básicas y cómo dar tus datos básicos).

 

Estudiar, antes de tu viaje, sobre las costumbres y el folclor del país que vas a visitar, puede evitarte muchos dolores de cabeza y también situaciones molestas.

 

Conoce el terreno

 

Si por algún motivo llegaras a perderte, una de tus mejores opciones es tener más o menos claro el terreno y la estructura general de la ciudad: hacia dónde es el norte o el sur, en qué sector te encuentras y hacia dónde debes ir.

 

Desde tu lugar de residencia, intenta memorizar hitos que te ayuden a ubicarte más fácilmente: restaurantes cercanos, parques o monumentos. En caso de que los locales no conozcan tu lugar específico de residencia, siempre está la posibilidad de preguntarles por estos hitos, la posibilidad de tener una respuesta es mayor.

 

Adicionalmente, establecimientos como Starbucks, McDonalds u otras grandes cadenas cuentan con locales alrededor de todo el mundo y, suelen ofrecer wi-fi gratuito, además de que su personal es entrenado en un protocolo muy estricto en lo que atención al cliente se refiere.

 

La tecnología está de tu lado

 

Adicionalmente, la tecnología está de tu lado, si sabes dónde buscar. Por ejemplo, Google Maps permite descargar áreas enteras (como ciudades) a tu Smartphone, algo que te permitirá acceder a toda su valiosísima información sin preocuparte por encontrar un punto wi-fi gratuito o por el alto costo de la conexión de datos.

 

Google también te permite descargar idiomas enteros para utilizar Google Translate sin necesidad de wi-fi o de un plan de datos. Al bajar la aplicación gratuita a tu Smartphone, podrás utilizar la función de traducir texto, o con el micrófono e incluso traducir signos e imágenes que encuentres en la calle, utilizando la cámara de tu teléfono.

 

No pierdas la calma.

 

Tal vez el consejo más valioso es aquel que Douglas Adams daba a todos sus lectores en la popular obra “La guía del autoestopista galáctico”: DON’T PANIC. Lo principal aquí es no perder la calma y siempre estar preparado, con la información a la mano y lista para resolver cualquier duda.

 

Incluso, como mencionábamos al principio, puede haber cierto encanto sublime en divagar por las calles de una ciudad nueva, descubriendo de primera mano una cultura diferente y un estilo de vida que tal vez no éramos capaces de imaginarnos. De hecho, algunos destinos como Australia o Nueva Zelanda, con la amabilidad de sus locales y la calidad cinemática de sus paisajes se prestan para esto, razón mayor para no perder la calma y aprender a disfrutar de esa auténtica libertad del viajero, caminante de horizontes.

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